La llamada duró sólo un minuto. Al finalizar, siendo las 5:30 PM de ese miércoles lluvioso, gris, húmedo, frío, ella supo que era él, el amor de su vida; su sueño hecho realidad. Llevó el pequeño celular hasta su boca y depositó un beso tierno, dulce, mientras sus ojos se cerraron negándose a ver los colores de arco iris que enmarcaban ese suspiro que liberaba su alma de tanto amor; que anhelaba recibir la siguiente llamada.
Esa noche, con su cabello rubio reposando en la almohada, sonrió mientras contemplaba el cielo raso de su habitación. Recordó todas y cada una de las palabras que escuchó en esa llamada y su corazón palpitó con fuerza y vigor al remembrar la belleza que reflejaban. Duró sólo un minuto, pero su contenido invitaba a toda una vida. Sin darse cuenta, se sumió en un sueño profundo.
Era casi medianoche, cuando el timbre del teléfono la despertó con brusquedad. Lo atendió confundida, desorientada, somnolienta. Descubrió una voz que no conocía. La llamada duró sólo un minuto. Le anunciaba que él había muerto ahogado en un absurdo accidente. La hora de su deceso, confirmada por el médico forense, había sido las 5:29 PM de ese miércoles lluvioso, gris, húmedo, frío. Ella supo que había sido él, el amor de su vida; su sueño que no se hizo realidad. Ella supo que cada palabra que escuchó era sinónimo de verdad y que era ése el precio por hablar con su alma. Ella supo que había sido su última llamada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario