viernes, 19 de abril de 2024

Un Eterno Campeón


© Hans Moerman

Como cada mañana, Jean-Louis se viste con ropa deportiva para iniciar su rutina de entrenamiento. El olor a tierra mojada, embalsamado en la brisa marina que se cuela por la ventana de su habitación, le evoca esas épocas gloriosas en las que sus logros fueron conocidos más allá del Atlántico. La disciplina, la guía de sus entrenadores y el apoyo de sus padres le habrían de otorgar los réditos a los que todo atleta de alto rendimiento aspira.

Inolvidable, aquella noche de verano en la lejana Moscú donde pulverizó el récord mundial para una vuelta completa a la pista sintética del estadio nacional. Las exclamaciones del público, al verlo arribar en primer lugar, solo eran comparables con el rugir del paso de un huracán por su terruño.

Recoge sus piernas, las amarra con un cinturón y sus manos ajadas hacen rodar la vieja silla que años atrás intercambió por su medalla dorada, única pertenencia, del único sobreviviente, rescatada del avión que se estrelló al momento de aterrizar en esa isla caribeña, con toda la selección olímpica de un pequeño país que regresaba triunfante.