Mientras la luna se resiste a perderse en una noche ausente, aferrándose a un firmamento intensamente celeste, el sol con su hálito tibio asoma su faz dorada sobre las montañas. El canela de tu piel, el almíbar de tu vida amada y tus ojos serenos dejan una huella imborrable y matutina en mi mañana, mi tarde, mi noche, mi día, mi vida.
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