jueves, 20 de diciembre de 2012

Nociones de Ornitología

Compuse una canción con las notas que el arco iris olvidó. Un pájaro las robó y, desde entonces, ofrece recitales multicolor en cada ventana de tu edificio.

Sueño, sueño, sueño y, de repente, las avecitas posadas sobre las eñes me despiertan con su batir rítmico de alas, en una desbandada frenética.

El ave salió por la ventana al amanecer, en procura de hallarte. Sabía que el peor lugar para cantar era junto a mí, si tú no estabas.

Una lluvia de hojas de rocío fue su herencia al morir. Presurosas, las aves las bebieron: el gigante cedro aprendió a volar.

Esparció las cenizas de su esposo entre las ruinas. Esa madrugada, un voraz incendio consumió la antigua morada del Ave Fénix.

Con trinos luminosos de pájaros y destellos músicales de luciérnagas, el loco besó, con pasión, la tumba donde yacía su amada.

Los pájaros de agua, al alba, escriben páginas sonoras con cántaros sublimes.

Los cuervos adultos son tuertos.

Antes de impartir justicia, el juez supremo debe criar cuervos.

Los musulmanes deben ir a La Meca, al menos, un ave zen subida.

En un árbol que alguien sembró al revés, enterrando sus ramas y dejando al descubierto sus raíces, las cigarras maduran en las hojas y los pájaros bordan nidos con sus tejidos sedientos. Aguardan la florescencia subterránea de abril.